sábado, 16 de febrero de 2013

Semillas en el viento

"La enseñanza es como esparcir semillas en el viento, el profesor no puede prever lo que ocurrirá."


No estoy del todo de acuerdo con esta afirmación. Por un lado es cierto que cada persona es un mundo y nunca se puede prever a ciencia cierta lo que el futuro puede deparar a cada uno o los acontecimientos que acabarán marcando su personalidad, es imposible predecir con exactitud lo que “florecerá” en cada niño en el que siembras una semilla. En esta metáfora se hace referencia al hecho de educar como una forma de “sembrar” en nuestros alumnos una formación que acompañaremos con los cuidados necesarios con el fin de que broten en ellos las virtudes de personalidades sanas y fuertes, como cualquier tallo que ha recibido atención y esmero. Si la semilla que hemos sembrado es buena se espera que el resultado en principio también lo sea.
Esta metáfora refleja muy bien la labor de un profesor, el encargado de acompañar a sus alumnos durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, guiarles, prestarles ayuda cuando sea necesario y apoyarles. Al igual que el tallo o el tronco de una planta, cuando sea necesario intervenir o encauzar un camino, el profesor tendrá la responsabilidad de volver a guiar al alumno.
Por otro lado, no sería ético plantar una semilla de la cual nos desentendiéramos; me explico: si el profesor se encarga de inculcar unos valores en sus alumnos será consciente durante el proceso de si estos valores están siendo interiorizados o no. En esta línea, el florecimiento nunca será a tientas. Nunca podremos prever lo que ocurrirá al 100%, pero ¿qué porcentaje de cosas podemos asegurar?







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